Uno de los objetivos principales de las directrices de diseño urbano es garantizar que el desarrollo contribuya de manera coherente a su contexto y al medio ambiente circundante. Esto significa tener en cuenta no solo la arquitectura de los edificios individuales, sino también cómo interactúan los proyectos con el ámbito público que los rodea. Elementos como los usos activos de la planta baja, los espacios abiertos de tamaño adecuado y la conectividad de las aceras desempeñan un papel fundamental en la creación de lugares donde las personas desean vivir, trabajar e invertir. Al alinear los proyectos con estos principios, los desarrolladores pueden ayudar a promover vecindarios dinámicos y duraderos, al tiempo que refuerzan el valor a largo plazo de sus inversiones.
Reconocemos que la normativa actual puede imponer ciertas restricciones y plantear desafíos a la hora de impulsar proyectos más orientados al diseño urbano. Sin embargo, esto no debería desanimar a los desarrolladores a la hora de aplicar las mejores prácticas de diseño urbano.
De hecho, promovemos los enfoques creativos que se ajusten al espíritu de las pautas, incluso dentro de los parámetros del código existente.